martes, 22 de mayo de 2012

trabajo de Hércules

LAS MANZANAS DE ORO (undécimo trabajo de Hércules):

Heracles había realizado estos diez trabajos en el espacio de ocho años y un mes, pero Euristeo, descontando el segundo y el quinto, le impuso dos más. El undécimo trabajo consistía en tomar los frutos del manzano de oro que la Madre Tierra había obsequiado a Hera como regalo de bodas, una dádiva que le había complacido tanto que Hera lo plantó en su jardín divino. Este jardín se hallaba en las laderas del monte Atlas, donde los jadeantes caballos del carro del Sol terminaban su viaje y donde los mil rebaños de ovejas y otros tantos de vacas del Atlante vagaban por los pastos de su indisputable propiedad. Cuando un día Hera descubrió que las hijas del Atlante, las Hespérides, a quienes había confiado el árbol, hurtaban las manzanas, mandó al siempre vigilante dragón Ladón para que se enroscara alrededor del árbol como su guardián. Algunos dicen que Ladón era hijo de Tifón y Equidna; otros, que era el hijo menor de Ceto y Forcis; y otros, que era hijo partogénico de la Madre Tierra. Tenía cien cabezas y habla con varias lenguas. Se discute igualmente si las Hespérides vivían en el monte Atlas, en el País de los Hiperbóreos, o en el monte Atlas de Mauritania, o en algún lugar más allá del Océano, o en las dos islas situadas en las cercanías del promontorio llamado Cuerno Occidental, que está cerca de la Hesperia etíope, en las fronteras de Africa. Aunque las manzanas pertenecían a Hera, Atlante sentía por ellas un orgullo de jardinero, y cuando Temis le advirtió: "Un día, dentro de mucho tiempo, Titán, tu árbol será despojado de su oro por un hijo de Zeus", Atlante, que todavía no había sido castigado con el terrible trabajo de soportar el globo celestial sobre sus hombros, construyó sólidas murallas alrededor del huerto y expulsó de su territorio a todos los extranjeros. Es muy posible que fuera él quien puso a Ladón a vigilar las manzanas. Heracles, sin saber en qué dirección se hallaba el Jardín de las Hespérides, marchó a través de Iliria hasta el río Po, hogar del dios oracular marino Nereo. En el camino cruzó el Equedoro, un pequeño arroyo macedonio donde Cicno, hijo de Ares y Pirene, le desafió a un duelo. Ares actuó como padrino de Cicno y puso en orden a los combatientes, pero Zeus lanzó un rayo entre ellos y renunciaron a la lucha. Cuando por fin Heracles llegó al Po, las Ninfas del río, hijas de Zeus y Temis, le mostraron a Nereo dormido. El asió al viejo y venerable dios marino y, sujetándolo a pesar de sus muchas transformaciones proteicas, le obligó a profetizar cómo se podían conseguir las manzanas de oro. Algunos dicen, no obstante, que Heracles acudió a Prometeo a buscar esta información.

Nereo había aconsejado a Heracles que no arrancase las manzanas personalmente, sino que utilizara a Atlante en su lugar mientras él le aliviaba temporalmente de su enorme carga. Así pues, cuando llegó al Jardín de las Hespérides le pidió a Atlante que le hiciera ese favor. Atlante habría realizado casi cualquier trabajo con tal de tomarse una hora de respiro, pero temía a Ladón, al que Heracles mató al instante con una flecha que disparó por encima de la muralla del jardín. Después de eso, Heracles inclinó la espalda para recibir el peso del globo celestial y Atlante se alejó y volvió poco después con tres manzanas arrancadas por sus hijas. La sensación de libertad le pareció deliciosa. "Yo mismo llevaré sin falta estas manzanas a Euristeo -dijo- si tú sostienes el firmamento durante unos pocos meses más". Heracles simuló que accedía, pero como Nereo le había advertido que no debía aceptar ninguna oferta de ese tipo, pidió a Atlante que soportase el globo sólo un instante más, mientras él se ponía un almohadón en la cabeza, Fue fácil engañar a Atlante, quien dejó las manzanas en el suelo y volvió a ponerse el firmamento en los hombros, lo que aprovechó inmediatamente Heracles para recoger las manzanas y alejarse de allí con una irónica despedida.

Jesús . A.

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